Las favelas, el sector más complejo para el combate al coronavirus en Brasil

LAS AUTORIDADES municipales han ordenado realizar limpieza diaria en las calles. En la foto, la favela de Rocinha, en Río de Janeiro. | Reuters

Ante la ausencia del poder estatal en esos territorios, los habitantes han creado redes de solidaridad y campañas de concientización.

Son comunidades de calles estrechas y pequeñas viviendas, donde prevalece el hacinamiento y la escasez de servicios básicos como el agua. Abandonadas a su suerte por el poder estatal desde sus orígenes —un espacio que fue aprovechado por los narcotraficantes y las milicias paramilitares—, las favelas se han convertido en los lugares más complejos para combatir el coronavirus en Brasil, que ayer superó los 1.000 muertos y 19.000 contagiados por la pandemia.

El anuncio realizado el jueves por la gobernación de Río de Janeiro —el estado con más favelas en el país— de que “al menos” ocho personas han fallecidos por covid-19 y alrededor de 60 “presentan síntomas” en esas comunidades puso en alerta a las autoridades y al personal sanitario por la bomba de tiempo que puede suponer la enfermedad en estas zonas, donde residen 13 millones de personas (6% de la población del país).

“Enfrentarse al coronavirus en las favelas, tiene el desafío de controlar el brote en sí en espacios superpoblados y también el desafío de entender las culturas de las comunidades, integrarlas y buscar la colaboración de las milicias y de los narcotraficantes. Inevitablemente, su colaboración en este momento es fundamental, porque son esos grupos quienes tienen conocimiento de esos territorios y que pueden ayudar en la organización comunitaria”, comentó a “El Mercurio” Jonas Brant, doctor en Salud Colectiva y académico de la Universidad de Brasilia.

Desde fines de marzo, bandas de narcotraficantes y milicianos empezaron a “decretar” toque de queda en las noches en las barriadas que controlan, para evitar la propagación del covid-19. Durante este período, que coincide con el decreto de estado de emergencia en Río de Janeiro, hubo una “notoria disminución” de las acciones policiales en las favelas (74% menos que en la primera quincena de marzo) y de confrontaciones con grupos armados, afimó a este diario Silvia Ramos, investigadora del Centro de Estudios de Seguridad y Ciudadanía de la Universidad Cândido Mendes.

Esta semana, el propio ministro de Salud, Luiz Henrique Mandetta, afirmó que su cartera negocia con narcotraficantes y milicias para poder poner en marcha un “plan piloto” de combate al virus en esas comunidades. Sin embargo, “el gobierno debe tener en cuenta que cada comunidad tiene sus propias razones para actuar como actúa, lo que no tiene necesariamente relación con los traficantes o los milicianos. Lo que muchas veces rige es la desconfianza histórica en el Estado. El gobierno tiene que esforzarse para saber las necesidades reales que impiden un comportamiento social adecuado y cómo sanarlas, especialmente en esta crisis”, advirtió el coronel de la Policía Militar Robson Rodrigues, quien fue coordinador de las Unidades de Policías Pacificadoras en las favelas y vicepresidente del Instituto de Seguridad Pública de Río de Janeiro, a “El Mercurio”

Más allá de los problemas sanitarios y de seguridad en las favelas, quienes viven en esas zonas también se enfrentan con dificultades económicas. Según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística, solo el 19% de sus habitantes cuentan con contrato laboral, lo que les garantiza, por ejemplo, el pago del seguro de desempleo. Además, “con el combate a la pandemia y medidas de aislamiento social, las personas se ven obligadas a salir menos a las calles y la demanda por productos y servicios del sector informal de la economía cae de una manera brutal. Eso afecta principalmente a vendedores y a los trabajadores domésticos”, afirmó a este diario Marcelo Moraes, economista del Instituto Mercado Popular.

De acuerdo con un estudio realizado por Data Favela y el instituto de investigación Locomotiva, desde principios de marzo, un 70% de las familias que viven en las favelas relataron tener dificultades económicas por la pandemia. La mayoría (86%) dice que vive mes a mes y que no conseguirán comprar comida si faltan a sus trabajos. En ese escenario, la solidaridad ha sido clave para hacer frente a la crisis. “Los propios moradores tomaron el liderazgo de la situación y organizaron equipos de donación y de acciones para informar y ayudar a la población”, comentó a “El Mercurio” la periodista Suelen Bastos, quien vive en la Favela do Jacarezinho, en Río de Janeiro. En algunas comunidades se han contratado ambulancias y la prensa local ha informado del surgimiento de la figura de los “presidentes de la calle”, un vecino voluntario que se encarga de vigilar y dar apoyo a alrededor de 50 familias de su entorno más próximo.

“Vamos de casa en casa preguntando por sus necesidades y tratando de regalar canastas básicas, balones de gas y agua a los más afectados”, detalló a este diario el fotógrafo Bruno Itan, quien vive en el Complexo do Alemão, una de las favelas más grandes del país, con alrededor de 100.000 habitantes. Para Itan, las redes sociales han jugado un rol importante: en Instagram, donde tiene a 16.000 seguidores, publica las historias sobre los más necesitados y logra obtener ayuda.

De forma paralela, Voz das Comunidades —un periódico que publica exclusivamente información sobre y para las favelas— ofrece orientación a través de sus redes sociales y realiza campañas de concientización en las comunidades. Asimismo, la Central Única de las Favelas, una organización que articula estas zonas a nivel nacional, exigió al gobierno la distribución gratuita de agua, jabón y alcohol en gel, así como el arriendo de piezas para ancianos y grupos vulnerables.

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