Violencia en Río: el drama de los que habitan las favelas

La muerte de jóvenes pobres es moneda corriente en los barrios precarios de la ciudad brasileña. Infobae.com habló con una socióloga especialista en el tema y un periodista del lugar para describir el terror

Alejada de aquella época en que era sólo símbolo de diversión de verano y euforia de carnaval, Río de Janeiro es una ciudad con caras antagónicas.

Por un lado, las playas de arenas cálidas ofrecen la imagen de un paraíso, pero por el otro, las favelas son sinónimos de violencia y caldo de cultivo para una delincuencia que parece no tener fin.

La socióloga brasileña Silvia Ramos es coordinadora del Centro de Estudios de la Seguridad y Ciudadanía de la Universidad Candido Mendes, de Río de Janeiro, y habló con Infobae.com sobre los orígenes de la ola de terror en la “ciudad del carnaval”.

Según la socióloga, Brasil posee la tasa de homicidios más elevada de las últimas dos décadas. “Con 50 mil homicidios por año, más de 27 homicidios por cada 100 mil habitantes, nuestro país tiene una de las más altas del mundo y la cuarta de América Latina”.

“La mayor parte de esas muertes afecta a la población pobre, generalmente jóvenes negros que viven en las favelas y periferias urbanas”, aseguró Ramos a este medio, para luego agregar que ésta es la razón por la cual se tarda tanto en aplicar políticas efectivas: las víctimasprincipalmente son jóvenes, de raza negra, que provienen de la pobreza.

 

Río de violencia

Con respecto al avance de las armas y la delincuencia en la ciudad del paraíso turístico, Silvia Ramos explicó que en el lugar “hay una concentración de violencia letal, con el uso de armas largas, de guerra”.

Según la especialista, los núcleos de delincuencia derivada del narcotráfico se centran en las favelas, y son los que mantienen el control territorial.

“Este es el resultado de más de dos décadas de ausencia del Estado, ya sea con políticas de ayuda, vivienda, educación, entre otros”, señaló Ríos.

Asimismo, Infobae.com habló con el periodista brasileño Fernando Molica, que desde hace 26 años trabaja en investigaciones relacionadas al tema, para saber más sobre los orígenes de la violencia.

El comunicador y escritor de varios libros de ficción relacionados a la violencia urbana, afirmó que el origen de los problemas en las favelas radica en una mala educación pública y la falta de expectativa.

“Tenemos cuestiones graves como la mala calidad de la enseñanza pública, esto hace que los jóvenes más pobres abandonen la escuela o cumplan con sus estudios sin mayor entusiasmo”, afirmó el periodista a este medio y agregó que “esto acaba generando en ellos una malaexpectativa para el futuro, a diferencia del crimen, que promete resultados a corto plazo”.

A su vez, el periodista destaca la corrupción policial como otro de los factores que imposibilita un cese de la delincuencia en las favelas.

 

La región del crimen

Las Fuerzas Armadas decidieron no incursionar en las favelas de Río de Janeiro luego de que el gobernador Sergio Cabral pidiera al gobierno de Lula da Silva la asistencia militar.

Según la socióloga Silvia Ramos, se habrían negado “a participar en acciones ligadas a la seguridad pública”, por lo que la ciudad todavía espera por una solución.

La Policía ya no tiene capacidad para hacer frente a los ilícitos que se cometen en la ciudad en general, pero especialmente las favelas son zonas de libertad absoluta para el crimen.

“En algunas áreas de Río, algunos grupos armados tomaron posesión de territorios enteros y mantienen grandes áreas bajo su control. Las fuerzas policiales tienen dificultades para entrar en estos territorios sin causar graves efectos colaterales”, destacó la socióloga, y aseguró que el resultado de esos operativos es la muerte, muchas veces, de personas inocentes provenientes de hogares pobres.

En relación al tema, Molica afirmó a este medio que en lo que respecta a toda la ciudad “la impunidad es muy grande”. “Más del 90% de los homicidios cometidos en Río no llegan siquiera a ser juzgados. Esto acaba estimulando nuevos conflictos”, aseguró.

 

Los líderes del terror 

Tanto el periodista como la socióloga coincidieron en hablar de un mismo prototipo de aquellos que encabezan los grupos de delincuentes, pero se diferencian en su apreciación respecto de la organización de estas bandas.

Por un lado, Ramos considera que los grupos de narcotraficantes locales son pequeñas bandas, similares al crimen organizado pero en mucho menor medida, totalmente distantes de las organizaciones que venden drogas.

“Los líderes del crimen organizado son jóvenes, pobres, y viven en las favelas. Es claro que esos grupos locales, (…) se relacionan en algún nivel con narcotraficantes y traficantes de armas a nivel internacional”, destaca, pero agrega que “poco que ver con las verdaderas organizaciones que venden drogas”.

En tanto, Molica se refirió a una “estética de los traficantes” basada en “jóvenes habitantes de las favelas, pobres, sin expectativas”.

Pero el periodista destaca que estos jóvenes “se terminan transformando en bandidos crueles, capaces de arremeter con violencia contra enemigos, policías e incluso contra habitantes de favelas que son dominadas por bandidos enemigos”.

“Sólo quieren paz”

Los habitantes de las favelas no tienen acceso a la vida exquisita que se promociona en el exterior. Los pobres son los que deben lidiar con los delincuentes y sobrevivir a los tiroteos que se producen diariamente en los alrededores de sus precarios hogares.

“La principal demanda de la población pobre que vive en estas áreas controladas por narcotraficantes es la paz, el fin de los tiroteos y de las armas”, aseguró Silvia Ramos.

En tanto, el periodista Fernando Molica se refirió a la población de las favelas como una sociedad “muy conmocionada y con miedo”.

Pero, teniendo en cuenta los antecedentes históricos, todo indica que el gobierno de Lula da Silva no podrá llevar la preciada paz, acompañada de igualdad social, a las temidas y lastimadas favelas, aquellas que parecen ser un tumor para cada nuevo presidente, al que sólo buscan extirpar, pero que no para de crecer.

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